Recuerdos y anécdotas


RECUERDOS Y ANÉCDOTAS INOLVIDABLES

El colegio me permitió obtener el título de maestra y con él ejercer durante trece años.
Casi 20 (Hilda, Tere, Marta, Amelia, Ana María, Delia, María Inés, Ema, ...) , fuimos ¡las primeras “señoritas maestras” del San José!

Ana Galone

1962

En cierta oportunidad vieron a una alumna en la calle con pantalón (hecho muy mal visto por aquellos tiempos). Al enterarse el padre Roglich ¡le aplicó 23 amonestaciones!

Mirta Villarreal

1962

El padre Gregorio nos tenía cortitas: ¡si se enteraba que habíamos salido el sábado a la noche a algún asalto nos daba un sermón de aquellos!
Mirta Carusso
1964


¡Las clases eran todas tan iguales!: el profesor entraba, firmaba el libro de temas, tomaba lección oral y finalmente explicaba.
Recuerdo una con especial cuidado:
- El doctor Invernoz –padre del actual doctor Invernoz- tratando, en el golpe de estado del momento, de hacernos comprender lo serio que era para el país la toma del poder por los militares mientras sostenía vehemente la constitución con la mano.
¿Nuestro viaje de egresadas?: Necochea.

Elsa Carranza

1964

No hicimos el viaje de egresados. Lo recaudado en el tradicional baile se invirtió en un reloj para el colegio, cuya directora, a la sazón, era la hermana Rómula.
Mirta Urriticochea
1965

¡Tengo tan presente el uniforme!: la boina azul con el pinche de perla, la camisa blanca con los puños y el cuello celestes, la falda azul marino tableada que debía usarse hasta la santa rodilla, las medias tres cuartos y los benditos zapatos gomicuer abotinados –que marcaron toda una época-.

Olga Volpe

1967

Maravilloso era el escaparnos –ratearnos, ratearnos,...- rumbo al arroyo Marino en pos de los baños estivales.

Lucía Carranza

1967

El recreo de la diez y media. Sonaba el timbre y, mientras el frío seco escarchaba en el patio, comenzaba la ruidosa carrera por llegar primera en pos del pebete con mortadela y el café caliente. ¡Qué increible manjar!
Las clases de música con Beatriz Bruni eran superdivertidas. Sin duda, la más guapa de las profesoras de entonces. Lee González, alias “el chino”, era genial y la señora Martelli, docente como pocas.
Susana Besagonill
1969

Un cambio muy importante en la institución ocurrió con nuestra despedida: fue el último año en el que se egresaba con el título de “maestra superior nacional”

Coco Audisio

1969

Aún están en mí aquellos recorridos por el patio para ver las hermosas plantas que con tanto cariño cultivaba la hermana Brígida.

Graciela Bonjour

1970

En pleno invierno, sobre el tanque de agua del patio que tenía varios centímetros de escarcha se puso a caminar una compañera mientras el resto entusiasmado la impulsaba a ir cada vez más al centro..., el hielo se partió y la pobre estuvo toda la mañana sentada frente a la estufa a velas para secarse la ropa.

Cristina De Orta

1971

En la hora de contabilidad con la profesora Ita Robilotte pusimos en la silla del escritorio un montón de libros y sobre ellos la calavera del esqueleto del colegio con una bufanda.
“Miren si sufría del corazón, ¡qué cargo de conciencia hubieran tenido!” dijo la profesora, tras el consecuente enojo.

María del carmen Gebel

1974

Cuando estabamos cursando tercer año, colocamos el cesto de papeles sobre la puerta para encestar a la preceptora, pero no fue ésta quien entró sino... ¡el padre Roglich y con el cesto en la cabeza!
Pese al gran enojo, las temidas amonestaciones no corrieron ese día.

Teresa Pérez

1975

Hubo momentos muy gratos, como aquel en el que juntábamos dinero para el viaje de egresadas a Córdoba: pusimos un stand de juegos en la Exposición Rural en una calesita... ¡que empujábamos con la mano!

Raquel Larrañaga

1976

Había estudiado tan poco para una prueba de química que decidí al comenzar la hora anotar todas las fórmulas en la regla. En plena tarea escuché la suave voz de la profesora Marina: “¿Liliana terminaste el apunte?”. ¡Qué vergüenza!
Liliana Barra
1977

Estando ya en la secundaria nos escondimos con una compañera en el confesionario, luego, todas las pupilas pecadoras fueron santamente confesadas por nuestros predispuestos espíritus.

Patricia Flaherti

1979

En quinto año solíamos ir a la quinta del colegio a comer frescas frutas o los deliciosos tomates de Don Pedro Cimatti.

María del Rosario Mercuri

1980

Hasta séptimo grado usé el guardapolvo gris, luego, blazer azul, camisa blanca, corbata y pantalón gris.

Javier Borzi

1980

Tengo presente la canchita que estaba ubicada en lo que hoy es el playón: ¡Qué partiditos nos jugábamos!

Daniel Meloni

1981

El trato con los demás colegios era tranquilo... hasta que nos enfrentábamos en el área de deporte y entonces la tranquilidad terminaba.

Graciela Muñoz

1982

Durante la Guerra de Malvinas fuimos muchos los alumnos que nos quedamos en inglés: cómo protesta habíamos decidido no estudiar la odiada, en ese momento, lengua.

Ana Edith Fioramonti

1983

... Aún sigue presente en mí aquella expresión: “¡Mi colegio, el San José!” ...
... Con cuánto orgullo llevabamos el distintivo del colegio en la solapa: era un prendedor de metal con el dibujo actual ...

Oscar Sewald

1984

En los fríos días de invierno me parece verlo a Don Pedro prendiendo las coloradas estufas a vela.

Silvia Robilotte

1984

Era notoria la educación cristiana: el rezo de la entrada, la misa semanal en el colegio...
Muchos de nosotros, los alumnos, teníamos el hábito de orar diariamente en la hermosa capilla.

Andrea Barra

1985

Del paso por el colegio quedaron tantas cosas: cariño, respeto por el colegio, sobre todo por la capilla, que me pareció siempre un lugar tan cálido”
El último año fuimos de retiro espiritual a Saldungaray. Estuvimos allí, entre las sierras, un hermoso fin de semana que siempre recuerdo como broche de nuestra partida...

Karina Rolandi

1988

Cuando el agua avanzó en la Laguna, subieron las napas en todo Carhué. Parte de los patios habían sido clausurados porque se hundían. ¡Daba miedo!

Nancy Fioramonti

1989

En el secundario empezamos unos 30 compañeros y terminamos 14.
Veo: la tristeza de perder amigos en el camino, la emoción por el picado de la tarde en la ancha rambla del colegio, cada esperado festejo de la primavera y el significativo lugar del baño donde se coronaban todas las travesuras...

Nelsón Alvarez

1993
Viene a mí gratamente, la biblioteca: el timbre de fin de hora y todas a charlar con Graciela, nuestra bibliotecaria.
Los dos gritos suficientes de la preceptora Mary Fernández.
También, el viaje a Misiones en pleno Mundial 98 y los partidos en una confitería de Iguazú con nosotros pintados y embanderados

Gisella Ballini

1998

Nunca olvidaré a la ¡Hermana Eligia! entrando en moto al colegio el día del estudiante. Bueno..., Adrián Sánchez disfrazado de la hermana.
Raúl Gartner
1998

Los recuerdos que tengo son todos buenísimos: mucha joda, poco estudio, alfajores en los recreos y chorizo seco con pan abajo del banco...

Federico Paleo

2001

Fui el perrito del jardín, la Merceditas de cuarto, y el viaje a Misiones del polimodal...

Marcela Faggioli

2001

¿Un momento siempre presente?: La hermana Eligia tocando el piano y nosotros cantando temas religiosos y yo apurando para estar cerca del piano.
¿Otro?: El incendio del colegio, el dolor, el no poderlo creer...

Yadira Sarsur

2003

Una anécdota: después de mucho tiempo de convencer a mi padre para que me deje hacer reflejos en el cabello..., llegar al colegio y no permitirme entrar.
¡A teñirme nuevamente para volver a mi color!
... El colegio ha cambiado mucho: su edificio, sus costumbres. Antes era exclusivamente para mujeres y muy estricto: no se permitían uñas pintadas, cabellos teñidos, pantalones, polleras cortas, ...

María Ester Guillot


Me llega claramente la presencia de la hermana Ida poniendo su toque espiritual a todo: era dulce, cariñosa. Cuando tenía que llamarnos la atención nos decía: “Yo no los reto, sólo les digo...”

Vilma Alonso


Recuerdo con inmenso cariño a tres mujeres que sin dudas han sido pilares fundamentales del colegio y ejemplos de vida de quienes fuimos sus alumnas o compañeras de trabajo: HERMANA IDA, REGINA MARTELLI Y ALCIRA ANGUIANO.

Silvia Mendiz